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Hablar de “Techo de Cristal” es hablar de las barreras invisibles que nos impiden como mujer escalar puestos en nuestros centros de trabajo sólo por el hecho de serlo. Pero en el caso de las mujeres con discapacidad, este techo no es de cristal, es de hormigón armado.

Durante muchos años, hemos utilizado la palabra “discapacidad” para designar a un único colectivo de personas sin caer en la cuenta de que dicho colectivo es tan diverso como el resto de la sociedad. Las mujeres con discapacidad son un grupo muy heterogéneo que requiere respuestas y soluciones distintas para cada situación individual.

Hablar de “Techo de Cristal” es hablar de las barreras invisibles que nos impiden como mujer escalar puestos en nuestros centros de trabajo sólo por el hecho de serlo. Pero en el caso de las mujeres con discapacidad, este techo no es de cristal, es de hormigón armado.

El techo de cristal es también una pared para las mujeres con discapacidad

Si hablamos de mujeres con discapacidad, primero se debe poner de manifiesto las dificultades que experimentan en la inserción laboral, de las barreras que les impiden siquiera acceder al mercado laboral normalizado.

Techo de Cristal” es hablar de las barreras invisibles que nos impiden escalar puestos como mujer.

Se hace patente que además sufren lo que se conoce como “paredes de cristal”, al no poder avanzar ni siquiera en horizontal en el mundo laboral y ello conlleva por tanto una doble discriminación: las mujeres con discapacidad lo tienen más difícil, no solo por su situación, sino también por razones de género.

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