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¿Es posible conciliar los intereses de todos y todas aquellas personas que configuran y determinan el funcionamiento de una organización y/o empresa?

Sí, así lo creemos. ¿Somos los seres humanos egoístas por naturaleza?

Es este un interrogante bien difícil de responder y no está en nuestra intención hacerlo aquí en su totalidad, lo haremos sólo en parte.

Organizaciones más humanas.

David Quintanilla, Ismael Quintanilla y Jose Enrique García.

Sí, que, no obstante, a modo de ilustración nos proponemos hacer una reflexión crítica recurriendo o lo que parece ser hoy en día el enfoque más generalizado, divulgado y aceptado: el ser humano es un lobo entre lobos.

En eso no estamos de acuerdo. El instrumento clave es la inteligencia colectiva y facilitar la emergencia del interés colectivo inteligente.

1. El señor de las moscas.

El señor de las moscas es una novela de William Golding publicada en 1954. Desde entonces ha sido de lectura casi obligada en los planes de estudio de numerosos países.

Este libro es un relato alegórico de cómo los individuos que se creen civilizados acaban descendiendo a los infiernos de la barbarie.

De lo que se deduce la necesidad de unos mecanismos de férreo control social para dominar sus naturales impulsos egoístas.

Una treintena de muchachos británicos acaba por accidente en una isla desierta creando una reducida sociedad en la que poco a poco los fuertes doblegarán a los débiles.

El señor de las moscas
Los niños en la isla desierta

Tras cruzar la última página, el visitante lo tiene claro: el hombre es un lobo para el hombre. Es un ser egoísta y miserable.

Toda la novela es una exaltación del darvinismo social obviando otras posibles explicaciones o alternativas de organización social espontánea.

Y, sí, puede que ese darvinismo social explique una buena parte de nuestro comportamiento social pero sólo una parte y no, precisamente, la mayor parte.

Siendo el libro de Golding pura ficción siempre se ha dado por hecho que los acontecimientos que se relatan, de ocurrir en la realidad, serían tal y como los describió el novelista.

Hoy sabemos que el relato de Golding ha dejado de ser una ficción distópica y que ha ocurrido en la vida real.

Hoy conocemos un hecho, muy poco divulgado, que desacredita en buena parte el legado cultural que la novela de Golding ha impreso en la psique colectiva o en nuestro inconsciente colectivo.

Sin embargo, el darvinismo social (que no el otro) aún está por demostrar y por lo que conocemos de algunos ejemplos estaría más desacreditado que demostrado.

En junio de 1965 seis estudiantes adolescentes del colegio católico de Nuku‘alofa, capital del Reino de Tonga (Polinesia) se embarcaron en una aventura marinera rumbo a Fiji y acabaron naufragando en una isla desierta.

Tan pronto como pusieron pie en la isla decidieron no discutir. Y lo cumplieron de forma general.

“Los trabajos diarios rotaban en turnos de a dos. Crearon cultivos y hasta fabricaron un pequeño instrumento de cuerda con el que se entretenían por las noches. Cuando un chico se cayó y se rompió una pierna, los demás se la entablillaron y le dejaron sanar durante meses”

Miguel Trula, 2020

El paralelismo con el libro de Golding es notable, salvo que en este caso real no hubo fracaso social ni líderes autoritarios.

Ellos también encendieron una hoguera que a diferencia de lo que ocurre en la novela (se les apaga constantemente simbolizando el fracaso social) a los chicos polinesios no les costó ni lo más mínimo mantener siempre encendida la llama.