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La reunión anual del Foro Económico Mundial es principalmente un lugar en el que personas influyentes de diferentes procedencias mantienen un apretado programa de breves reuniones bilaterales, sin apenas protocolo. Simultáneamente tiene lugar un brillante evento de debate sobre macroeconomía, tendencias de negocio y las principales asimetrías que produce el sistema.

Y es que este año se tienen muchos motivos por los que estar preocupados por las asimetrías. El frío Davos arranca con un diagnosticado desafecto de la sociedad con la economía de mercado. Nada menos que han titulado el evento “liderazgo de respuestas y responsable”. Se trata de enfatizar un tiempo en el que es necesario tomar medidas realmente transformadoras y hacerlo de forma que éstas proporcionen una mayor cohesión social, en palabras del fundador y alma del evento, el veterano Klaus Schwab.

Y es que atravesamos una época de escasa visibilidad sobre el futuro del panorama mundial. Una bruma que ha estancado a la economía global en tasas del 3%. Los expertos apuntan a la necesidad de al menos dos puntos adicionales de PIB mundial para evitar altas tasas de paro en el sur y devolver la cohesión del bienestar a unas defraudadas clases medias en los países industrializados.

En la agenda a corto plazo al Foro le preocupa Europa. Este año sucederán importantes elecciones nacionales en las que se puede poner en peligro el futuro de la construcción europea. Veremos por ello en Davos una sonora y cerrada defensa del mantenimiento de espacios económicos abiertos, propuestas de reforma de los tradicionales mecanismos de cooperación multilateral, y asistiremos a la presentación de una batería de ideas que tratan de rediseñar las reglas con el fin de impulsar una distribución más equitativa e inclusiva del bienestar económico como el mejor antídoto para un populismo creciente.

Davos siempre presta una atención especial a la innovación. En sus casi 50 años de existencia, se han presentado tecnologías que hoy disfrutamos y que tan solo hace unas décadas formaban parte de la ciencia ficción. En este momento de aceleración que tenemos la suerte de vivir– tengamos en cuenta por ejemplo que un niño que nazca hoy probablemente nunca conducirá un coche – es más relevante si cabe conocer cuáles de estas tecnologías crearan mayor disrupción en la economía e impacto en los usos sociales, en opinión de este prestigioso foro.

Imaginar el futuro es una vocación milenaria del hombre y el Foro tiene cada año esta tentación. Si bien es cierto que la técnica elegida este año, el diseño de escenarios, tiene menos riesgos. Veremos una semana en la que se publicarán los trabajos de los diferentes grupos de discusión en forma de documentos que aventuran el futuro de 14 sectores. Una realidad sin duda muy diferente a lo vivido en los principales sectores de la economía global.

Los avances en inteligencia artificial y una nueva relación de la industria con el medioambiente, están impulsando una profunda transformación global de los patrones de producción y consumo la que se ha venido a denominar, la cuarta revolución industrial. Una “revolución” que necesariamente no se está produciendo en los mismos lugares en los que se libraron las anteriores, ni por la misma clase de personas.

Schwab está especialmente orgulloso de la capacidad del Foro para atraer al debate a la segunda economía global. A la cabeza de su nutrida delegación este año se encuentra su presidente Xi Jinping. Durante años, el Foro – y seguramente todos nosotros – hemos considerado a China como un factor incierto de la ecuación. Con un incremento anual de la inversión del 20%, hoy podemos ver a empresarios y dirigentes de la Republica Popular sentados a la mesa de Davos, abriendo las sesiones o debatiendo puntos de vista sobre estrategias de economía global como la potencia mundial que son. El interés de China en los asuntos de la agenda global es un hecho, como se ha demostrado este año con la ratificación del Acuerdo de Paris que compromete a este país a importantes contribuciones a la reducción global de emisiones de gases efecto invernadero en los próximos años.

En esta realidad acelerada e interconectada en la que tenemos la gran fortuna de vivir, el Foro Económico Mundial en Davos nos aporta reflexión y visión a largo plazo. Un espacio para compartir ideas e innovaciones sobre cómo navegar mejor en este futuro. Un lugar de encuentro que de forma creativa y sorprendentemente informal, ayuda sin lugar a dudas a entender mejor la compleja agenda global, aunque este año Trump, que será protagonista sin duda del contenido en los debates, haya decidido convertirse en el gran ausente.

Fuente: El Economista. Publicado el 17 de enero de 2017