Consultoría & Consultores

Decía Melinda Gates (Bill & Melinda Gates Foundation) que los objetivos sin un plan son solo sueños: ¡que gran verdad!

Todo el mundo creo que en estos momentos tiene prácticamente el mismo sueño, supongo que la gran mayoría despertarnos por la mañana y que las noticias nos hablen de vacunas o incluso algo mejor, de retrovirales 100% efectivos en la lucha contra la plaga del COVID19.

Esos “sueños” ya tienen planes, que espero que consigan dejar de ser sueños para ser objetivos alcanzados.

Sin duda el otro objetivo es conseguir la famosa recuperación económica lo antes posible y dicho así implica que deseamos esa recuperación en forma de “V” antes que la que tiene forma de “U” y obviamente también quiere decir que de ninguna forma deseamos la terrible forma “L”. Pero de momento esto es otro sueño.

Centrándonos en la cuestión nacional, ninguna de las formas de recuperación codiciadas (“U o “V”) es viable si no tenemos en cuenta el motor principal de nuestra economía y que todos sabemos es el tejido de PYMES.

Creo que a estas alturas no es necesario mencionar su importancia en aspectos económicos (Contribución al PIB) como sociales (Generación de empleo), es algo como lo del cambio climático, no vale la pena discutir sobre ello porque los datos son los datos.

Pues bien, ¿como debe ser el plan que facilite a las PYMES arrancar a la actividad lo antes posible?

Recapacitemos un momento sobre lo que es una PYME. No estamos hablando de grandes corporaciones con inversores institucionales (Planes de pensiones, fondos de cobertura y otros) detrás de ellas, en la PYMES en su mayoría (salvo excepciones controladas por fondos de Equity) nos encontramos con familias, es decir, personas que comprometen su patrimonio familiar para emprender una actividad de la cual se alimentan un número limitado de familias por empresa, pero que globalmente suponen la mayoría del empleo nacional.

Como todas las familias, la mía propia, tienen miedos e incertidumbres ante el futuro y es ahí donde los poderes públicos (en pos del interés general, como lo fue en la última crisis la ayuda al sector financiero) les deben ayudar a sobrellevar los riesgos.

Evidentemente los apoyos financieros que hemos conocido desde la entrada en funcionamiento del estado de alarma (básicamente líneas ICO) han sido de gran ayuda y claramente distintivos respecto a lo que hemos tendido en el pasado (última crisis económica donde la ausencia de crédito fue decisiva en la destrucción de tejido empresarial). Pero por si solo creo que son insuficientes.

El empresario no solo necesita tener apoyo financiero, sino también apoyo a su demanda empresarial que es la que hace girar la rueda de sus negocios. En muchos países de nuestro entorno se están hablando de apoyos directos a la renta de los consumidores para activar las ruedas de demanda.

No me estoy posicionando en términos si renta vital si o no, lo que digo es que debemos fomentar el consumo de forma directa (véanse las ayudas al comercio y hostelería de china o las trasferencias a rentas para consumo proyectadas por la administración americana) para que las empresas además de un apoyo financiero minoren si pueden ciertas dudas sobre la demanda que se van a encontrar en la fase inicial de actividad.

Por último, creo que es fundamental en los periodos iniciales de la desescalada intentar flexibilizar al máximo las políticas laborales y fiscales en las PYMES y que el estado pueda aplicar sus recursos en dar cobertura a todas las personas que se sitúen en una situación de desamparo.

Es decir, no lo traslademos sobre los hombros de las malheridas PYMES el peso de la cobertura social ya que será mucho lo que van a tener que afrontar.

Si no flexibilizamos el entorno inmediato de las PYMES tengan ustedes todos muy claro que muchos pequeños y medianos empresarios por tener financiación únicamente no van a dar el paso de continuar y nos encontraremos con muchos emprendedores que cuelguen el cartel de “hasta aquí hemos llegado”

Esta podría ser una estrategia de empleo de nuestros fondos públicos, es decir, que la deuda que necesariamente todos vamos a contraer para salir de esta situación y que obligatoriamente pagaremos en el futuro con intereses, sirva para acomodar al máximo la situación de aquellas empresas que deberán mantener primero y crear después el empleo, al tempo que se da cobertura a los más desfavorecidos por la crisis.

A partir de aquí realicemos todos los planes necesarios para que la recuperación económica (la más optimista creo que sería una “U”) no sea tan solo lo que Melinda Gates nos anunciaba: un sueño.

Fernando Álvarez Blanco, Socio Auren Corporate