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¿Cómo de familiar le resulta el siguiente escenario? La tecnología queda obsoleta en cuestión de meses, la competencia de los mercados es feroz, las empresas modifican sus planes estratégicos a corto plazo, una globalización imparable, la agresiva reducción de costes, la productividad y los resultados por encima de todo, mientras, en el día a día, ya nada parece seguro, estable y menos ahora después de la experiencia vivida en la pandemia del Covid-19. Dado este escenario, el entorno cambiante en el que nos movemos, y habida cuenta de que lejos de remitir puede ir a más, es cada vez más evidente lo necesaria que resulta la creatividad porque sin ella resulta extremadamente difícil avanzar, máxime si no logramos hacerla sostenible en el tiempo.

Apelar a la creatividad nos sitúa en otra perspectiva, en otro momento, en otro lugar … nos abre la posibilidad a transformar o generar nuevas realidades, valiosas y útiles que aseguren nuestro bienestar propio y, también común.

Mitos sobre la creatividad

Las teorías implícitas sobre la creatividad están presentes en todos nosotros y determinan nuestra forma de pensar y comportarnos en relación a la creatividad.

Estas teorías implícitas parten de un entendimiento popular que ha ido acumulándose y transmitiéndose de manera generacional y cultural y que muy difícilmente se renuevan pues son resistentes al cambio.

En determinados momentos de la historia han podido llegar a tener incluso más peso que las teorías científicas, ya sea por falta de estudios rigurosos o bien porque han sabido explicar de una manera muy útil y convincente una realidad social compartida, alguna inquietud importante o bien porque la persona que la construyó llegó a ser muy influyente en ese momento histórico.

Al centrarnos en la creatividad, y en cómo han influido las teorías implícitas, en su explicación no podemos olvidarnos de todas aquellas que se han centrado en los artistas, digamos con mayúsculas, Miguel Ángel, Leonardo Da Vinci, Picasso, Mozart, Beethoven, etc. y en su vida y descripción de cómo fue su historial creativo, se habla de don, de gracia, de espíritu romántico, son considerados como genios y todo esto se integró en lo que se puede llamar el inconsciente colectivo.

Tal es el caso de los mitos sobre la creatividad, en ocasiones tan arraigados, funcionan más como un lastre y como mandatos que nos impiden ya no solo ser creativos si no ni siquiera intentarlo, no dar ni el primer paso.

Algunos ejemplos de estos mitos son:

– La creatividad es algo de unos pocos.

– La creatividad es un don.

– El creativo tiene algo de loco.

– No se puede enseñar la creatividad.

– El creativo es un “iluminado”.

– Una idea creativa surge por generación espontánea.

Creatividad, cambio y transformación

Creatividad es darse el permiso para, dado el momento, pensar, sentir y hacer cosas de forma diferente. Sin juzgarlas, sin descartarlas de antemano, pensar, hacer y sentir diferente, probar y ver qué pasa… La creatividad es una actitud que tiene que ver con la disposición de querer ir más allá de lo conocido o aceptado, de creerse capaz de transformar la realidad o descubrir una nueva.

Como señalábamos antes, a lo largo de la historia se ha mantenido reducida la creatividad a algo propio de los genios, sin embargo, la creatividad es de todos. Es a todos a quien va dirigido nuestro artículo. Todos los seres humanos son creativos -en mayor o menor grado- siendo algo que se puede desarrollar y potenciar ya no solo para el beneficio personal sino para el beneficio común.

El pensamiento de que solo los genios son creativos es una idea reduccionista y nos atrevemos a decir que también, “resultadista” (aún a sabiendas de que de que este vocablo no está recogido en la RAE, creemos que nos sirve a efectos explicativos). ¿Por qué decimos esto?, porque quien piensa y dice eso solo está mirando el resultado, olvidando y dejando de lado una parte muy importante de la creatividad: el proceso.

El proceso creativo es un trabajo arduo para muchos (reconfortante para otros), que requiere de la puesta en marcha de nuestras mejores cualidades para desembocar en el mejor de los casos en algo que se pueda considerar creativo y en el peor de los casos (aunque dudamos que haya un peor de los casos) el proceso se quedará en un camino que ha merecido la pena recorrer y del que habremos obtenido un beneficioso aprendizaje. En otros casos, el camino recorrido puede servir para enlazar con uno nuevo que nos lleve al destino deseado (fenómeno de concatenación de ideas). Por tanto, ningún intento creativo cae en saco roto.

Visto así (y así lo vemos) iniciar el proceso creativo y darse permiso para recorrerlo merece la pena en sí mismo: “El viaje es la recompensa” (proverbio chino).

Recorrer el camino conlleva gestionar nuestra zona de comodidad en la que todos nos encontramos de una manera u otra. Cada uno tiene la suya, pero todas tienen en común que en ellas, nada crece, no se crea nada nuevo, ni hay aprendizaje. Este último se encuentra fuera de la zona de comodidad, sólo cuando nos atrevemos a dar un paso más allá de lo conocido, de lo cómodo, hay cambio y hay aprendizaje.

¿Qué tiene que ver esto con la creatividad?

El ser humano se encuentra en la disyuntiva de tener que elegir entre su instinto de conservación y su instinto de exploración. Cada una de estas elecciones cubre una necesidad, la zona de comodidad le sirve para cubrir su necesidad de autoconservación y seguridad mientras la zona de exploración cubriría su necesidad de aventura y descubrimiento. A simple vista, la primera elección parece la más segura y suele salir elegida frente a la segunda. Invitamos al lector a realizar la siguiente reflexión: ¿es la zona de comodidad la más segura?, ¿por cuánto tiempo? La zona de exploración nos ofrece la posibilidad de cubrir las dos necesidades. Un ejemplo, la sobreexplotación actual de recursos, a pesar de estar declarada como un problema a nivel mundial, al no afectarnos de manera inmediata, en exceso, no se toman las acciones pertinentes en los tiempos adecuados lo cual pone en riesgo nuestra necesidad de conservación.

Ciertamente, con el paso del tiempo, la zona de comodidad se puede ir ampliando, si bien, esta ampliación ha de ser una constante, una rutina porque lo nuevo con el paso del tiempo y la repetición pasa a ser lo conocido. Estos nuevos hábitos pasan a ser viejos hábitos, nuevamente rutina, así la zona de comodidad se amplía siendo imprescindible, una vez más, estar en constante cambio, en constante aprendizaje, en constante adaptación y como no, en constante creación y solo desde aquí podemos hablar de una disposición hacia lo creativo, hacia una nueva manera de mirar lo antiguo, lo conocido y por qué no o más bien, para qué no, convertirlo en una nueva manera de mirar el mundo que nos rodea. El reto es convertirse en un nuevo observador capaz de generar una nueva realidad. Esto es el motor de la creatividad.

Desde el punto del descubrimiento, la creatividad nos conecta con nuestros recursos, desarrollando nuevas actitudes, nuevas ideas, nuevas posibilidades. Soltar lo seguro y conocido, por lo posible.

Para todo esto, no vale más de lo mismo, es necesario cambiar, y para eso, aparte de compromiso, se necesita creatividad, nuevas maneras de mirar lo conocido, nuevas formas de estar en el mundo, de buscar, de crear y de realizar un proceso de transformación.

Lo seguro siempre fue una falacia, una invención que nos ayudaba a creer que controlábamos más de lo que lo hacíamos en realidad y, de repente, todo ha dado ha dado un giro, mostrando lo que antes solo veían unos pocos, el cambio es la única constante, siendo así, es imprescindible adaptación, adaptación en velocidad y para adaptarse hay que crear, lo de ayer hoy no vale, sin creatividad no podemos avanzar.

Todo lo tratado en este artículo implica un cambio cualitativo en la forma de afrontar el mundo en el que vivimos y nos empodera, haciéndonos más responsables de nuestra creatividad. Tanto la ciencia como nuestra experiencia nos dice que somos plásticos y flexibles, entonces ¿cómo no modificar?, ¿cómo no cambiar?, ¿cómo no ser más creativos para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos? La posibilidad de hacer que las cosas sucedan es una alternativa más y, en este caso, tiene que ver con la creatividad. Por supuesto, nada es de la noche a la mañana, se requiere de esfuerzo y constancia, estar en el lugar apropiado, reconocer el momento oportuno, sin olvidar el verdadero motor de la acción, la motivación, usando el verbo más potente que hay: QUERER.

Todo lo anteriormente comentado en este artículo puede quedar resumido en una sola frase del famoso novelista y ensayista francés Marcel Proust:

“El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos”

Y tú, ¿te atreves a mirar con nuevos ojos?

Nuria Lorenzo, Coach Profesional Certificada por ICF, PCC