Para el Tribunal Supremo es un interés de usurero todo el que va más allá de 6 puntos porcentuales en relación con el tipo medio del dinero. Además de esto, hay que tener en cuenta que la falta de transparencia es un aspecto clave y peligrosamente negativo del revolving.
El crédito revolving hace años que está en discusión, y ha estado objeto de muchas sentencias de Audiencias Provinciales.
Parece que por fin el Tribunal Supremo ha puesto manos a la obra para definir el límite de usura.
Son unas tarjetas de crédito que presentan la peculiaridad que solo tienen la opción de pago aplazado, es decir, todas las compras que se paguen con esta tarjeta se aplazarán con sus intereses correspondientes,
Existen muchas dudas sobre si las tarjetas revolving tienen alguna utilidad real por el consumidor, que muchas veces tiene nulo conocimiento de economía y finanzas y puede llegar a comprar de forma compulsiva y a valorar como un “favor” que una entidad financiera le libre una tarjeta con 3.000 euros. El consumidor a veces no entiende que el producto y la mercancía de bancos y entidades financieras es el dinero y piensa que la entrega de un préstamo es una cosa que tiene que agradecer.
Una tarjeta revolving, al 20% de interés, pagando una “cuota fija de 50 euros”, como hacen muchas financieras, puede ser un crédito impagable, porque el 20% de interés anual, a 5 años vista hace un 100% de interés total, lo cual implica doblar la deuda en relación con el capital inicialmente dispuesto.
Por el Tribunal Supremo, la conclusión es sencilla: más allá de 6 puntos porcentuales en relación con el tipo medio del dinero, es un interés de usurero. Además de todo esto, hay que tener en cuenta que la falta de transparencia es un aspecto clave y peligrosamente negativo del revolving.
La falta de transparencia del revolving, consiste en que no indica realmente la TAE (tasa anual equivaliendo) en los contratos. Informa que puedes volver a disponer del dinero, pero en definitiva no dice cuánto dinero, y tampoco propone o señala un calendario de pagos. En definitiva, el consumidor está perdido con una tarjeta revolving.
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